Las nuevas tecnologías han entrado de tal
forma en nuestras vidas, que hoy, a inicios del siglo XXI, no podemos entender ya
la vida sin ellas.
La aplicación de estas tecnologías ha trascendido las
fronteras de las elites innovadoras para integrarse en todas las capas
sociales, en todas las profesiones y hasta en todas las culturas. No entendemos
nuestra vida —y los especialistas dicen que apenas estamos en los albores de
esta nueva era— sin procesadores, ni sin software, ni sin aparatos.
Y si algo ha favorecido en los últimos años
esta democratización de la tecnología ha sido lo que llamamos las “redes
sociales”. Estas redes sociales no son más que aplicaciones informáticas que
han permitido que los seres humanos contacten entre sí[1].
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